La hidratación en personas mayores es un aspecto crítico del bienestar que suele pasarse por alto. A medida que envejecemos, el cuerpo pierde parte de su capacidad para detectar la sed, lo que incrementa el riesgo de deshidratación, incluso sin realizar esfuerzo físico. Este riesgo se agrava si se mantiene un estilo de vida activo, algo cada vez más común gracias a la promoción del envejecimiento saludable.
Mantener un equilibrio hídrico adecuado no solo favorece la salud física y cognitiva, sino que también potencia los beneficios del ejercicio. En este artículo analizamos por qué es tan importante prestar atención a la hidratación en la tercera edad, especialmente cuando se realiza actividad física, y ofrecemos recomendaciones prácticas para mejorar los hábitos de consumo de líquidos.

Cambios fisiológicos que afectan la hidratación en la vejez
Con el envejecimiento, el organismo experimenta una serie de transformaciones que alteran la capacidad de autorregulación del equilibrio hídrico:
- Disminuye la sensación de sed, lo que reduce el deseo de beber.
- Los riñones pierden eficiencia para concentrar la orina y conservar el agua.
- La masa muscular disminuye, lo que reduce la reserva de agua corporal.
- Algunos medicamentos comunes, como diuréticos o laxantes, aumentan la pérdida de líquidos.
- En algunos casos, las personas mayores evitan beber por miedo a la incontinencia.
Estos factores convierten a la hidratación en personas mayores en un tema prioritario que requiere atención específica y continuada.
Riesgos de deshidratación durante la actividad física
La deshidratación puede aparecer rápidamente si no se compensa con una correcta ingesta de líquidos. En personas mayores, esto puede manifestarse en forma de:
- Mareos o pérdida del equilibrio.
- Dolores de cabeza o confusión mental.
- Calambres musculares.
- Descenso del rendimiento físico.
❗ Una deshidratación prolongada puede incluso derivar en hospitalizaciones por caídas o golpes de calor.
¿Cuánta agua necesitan las personas mayores activas?
Aunque las necesidades individuales varían según el estado de salud, el clima y el nivel de actividad, se recomienda que una persona mayor consuma entre 1,5 y 2 litros de agua al día. Si realiza ejercicio físico o está expuesta a temperaturas elevadas, esta cantidad debe aumentar.
Es preferible que el consumo de líquidos sea gradual y repartido durante el día, evitando la ingesta de grandes volúmenes en momentos puntuales.
Recomendaciones prácticas para mejorar la hidratación
Mejorar los hábitos de hidratación en personas mayores requiere constancia, observación y, en ocasiones, apoyo externo. Algunas recomendaciones útiles incluyen:
- Ofrecer agua en momentos rutinarios: al levantarse, antes y después de pasear, durante las comidas, etc.
- Utilizar botellas o vasos visibles y accesibles.
- Introducir infusiones suaves, caldos o aguas saborizadas sin azúcar como alternativas atractivas.
- Incluir alimentos ricos en agua como frutas, verduras, gelatinas o yogures.
- Establecer recordatorios visuales o sonoros para beber regularmente.


Para ampliar la información sobre las recomendaciones clínicas en este ámbito, puedes consultar la Guía de buena práctica clínica en Geriatría: Hidratación y salud, elaborada por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
Conclusión
La hidratación en personas mayores no es un aspecto menor: es una necesidad fisiológica que, de no ser atendida, compromete seriamente la salud y el bienestar. Si se suma al contexto de actividad física, se convierte en un factor determinante para prevenir riesgos y mantener la autonomía.
Fomentar el hábito de beber agua regularmente y adaptar los entornos para facilitar el acceso a líquidos debe formar parte de cualquier programa de envejecimiento activo. Pequeños gestos como tener agua a mano, ofrecer alternativas atractivas y promover el movimiento consciente pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida.
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¿Cuánta agua deben beber las personas mayores al día?
La hidratación en personas mayores debe mantenerse constante a lo largo del día. Se recomienda una ingesta de entre 1,5 y 2 litros diarios, ajustando la cantidad según la temperatura, la alimentación o si se realiza actividad física. Lo ideal es beber pequeños sorbos de forma regular, incluso sin sentir sed.
¿Qué señales pueden indicar deshidratación en personas mayores?
La deshidratación en personas mayores puede manifestarse con síntomas como fatiga, sequedad bucal, confusión, mareos, piel apagada u orina oscura. Ante estos signos, es importante actuar con rapidez e incrementar la hidratación para evitar complicaciones.
¿La actividad física incrementa las necesidades de hidratación en mayores?
Sí. La actividad física, incluso de baja intensidad, genera pérdida de líquidos por sudoración. Por ello, una adecuada hidratación en personas mayores que hacen ejercicio es clave para prevenir mareos, calambres o fatiga, y mantener el rendimiento físico y mental.
¿Qué bebidas son más recomendables para personas mayores?
La mejor opción es el agua, pero también se puede complementar con caldos suaves, infusiones sin cafeína o zumos naturales sin azúcares añadidos. Estas alternativas ayudan a mantener una buena hidratación en personas mayores sin caer en la monotonía ni generar rechazo al agua.
¿Cómo fomentar la hidratación en personas mayores con poca motivación para beber?
Algunas estrategias útiles incluyen usar botellas visibles, ofrecer líquidos en momentos sociales, incluir frutas ricas en agua o establecer horarios fijos. En Edercare también ofrecemos cuidados a domicilio personalizados que incluyen apoyo para mantener una adecuada hidratación en personas mayores.